miércoles, 25 de julio de 2012

Previejo

Una inmensa cantidad de recuerdos de tu vida filosofal inundan tu memoria, cuesta asignarles edad, pero están allí. Verdaderos ensayos científicos que pusiste a prueba del tiempo y todavía están allí.
Aún no sabes mentir, solo ensayas con camuflar la verdad.
Luego la petisa patas cortas experimentará una asombrosa etapa de crecimiento exponencial que sorprenderá la ropa chica de tu inocencia.
Todo cambiará. El empeño de la palabra gangosa y ortográficamente incorrecta se convertirá en la moneda fonética del día a día. La curiosidad, arrebatada por la comodidad de la ignorancia, será una elección obligada, y la muerte ya es parte de tu vida desde el día en que tus hormonas cercenaron la inocencia de tu infancia. Ésta pasa a estar presente en esporádicos residuos fotográficos en la que la selección positiva que realiza tu memoria, descartando momentos agrios, hace que la nostalgia se apodere del campo de acción y fagocite los grises pretéritos de tus polvorientos diccionarios mentales, convirtiendo al pasado en una “Belle Epòque”.
Desconociendo las respuestas dejaste de hacerte las preguntas, y toda tu incertidumbre no logra ir más allá de un fin de mes.
Aquella mirada cercana al suelo, hoy has logrado convertirla en un tipo que se viste de aburrido, un previejo anestesiado.
Sos ego, sos casi, sos contado.
Sos un poco de todo, un gran mucho de nada.
Eso sos cuando te comparas con el niño que fuiste.
Un nada de nada.

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