lunes, 29 de octubre de 2012

Memoria

Los gallos confundidos cantan a cualquier hora, pues la actividad nocturna que no los deja dormir undecuplica los jornales de otrora. Lo mismo pasa con otros animalitos victimas de la domesticación.
Las prohibidumbres de las costumciones parecieran ser cada vez mas letales y aceptadas, pues los que no están dispuestos son cada vez menos.
La sangre fuera del cuerpo es, como nunca antes, un montón, y semejante extracción es en buena medida justificada en nombre del Espíritu Santo, el mismo que le metió los cuernos a un pobre carpintero.
La industria nacional se encuentra fatalmente malherida, y solo los emprendimientos que dirigen su producción a la fabricación de capuchas, picanas y rectoscopios alcanzan el pingüe negocio.
El séptimo arte cava un hoyo en el fondo del mar. Con la participación permanente de Sandrini, Ortega, Balá, Altavista, las Trillizas Fernández Rousse y un puñado de infradotados más para la actuación, se enaltecen los valores de la Cristiandad, el Gobierno de Facto y la Familia con servicio doméstico, sepultando bochornosamente el cine nacional de aquellos días.
Fueron siete años de maldición que permanecerán como una mueca desgarradora en los anales de la historia argentina, se redimensionaron los alcances del dolor como nunca antes ni después y se petrificó en nuestra memoria como una puñalada a la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Una memoria que no debe dejarse de hacer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario