jueves, 15 de noviembre de 2012

Dos veces bueno

No hay palabras (al menos estrictamente necesarias) cuando, a la sombra de una conciencia limpia de una noche clara y sin brisa, se alcanzan elixires en los sentimientos capaces de ser igualados solamente en períodos de “nuevo amor”.
El firmamento se luce atestado de actores cenitales que con luz propia, o sin ella, vacían por y pero dos veces buen corto tiempo, la inclinada cabeza del terrestre observador.
Ya una vez por estos pagos desearía criogenizar esa sonrisa que tan poco te cuesta y tan mucho me logra.
También si es posible prolongar unos minutos esta frágil felicidad que tanto te debo y tan fácil rompo.
Cuando termine la efusividad de esta noche, que posiblemente coincida con haber insuflado aire a la totalidad de la última botella, no quiero reproches por más fundamentados que estos sean.
Preferiría que te metas por fuera mío.

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