jueves, 14 de febrero de 2013

Justicia

Con la culpa exacerbada y una arritmia que promete te decidís por un rato más. Has conseguido cerrar la puerta en la cara a otro exceso que complicaba tus días de resaca. Bien sabés que es temporario, ya que los viciosos no se curan, solo se comportan, y los vicios no desaparecen, sino que se suspenden hasta nuevas crisis. Aún así se redime tu confianza y te permite hacer un bollo aquella derrota que alguna vez le firmaste, de manera anticipada, a las debilidades personales y sus consecuencias en la vida.
Los tiempos de no querer dormir han quedado en el pasado, pero ahora el destino en vez de patearte el tablero, te lo da vuelta, y aquella pretérita obsesión se ha convertido en motivo de festejo a la hora de despertar, pues los sueños con asignaturas pendientes y reincidencias no debidas te atormentan noche a noche, convirtiendo a las mañanas en agradables purgatorios de turistas de clase media que hacen cola por descuentos y te venden el lugar.
Cual indicadores de un hemograma, tus emociones pierden el control cada vez más asiduamente, y las broncas y alegrías, electrolitos imprescindibles en las papilas de tu historia, te acosan y al mismo tiempo te agrada.
Con temor a equivocarte pensar te gusta que atravesás los siete onceavos de tus días, y posiblemente sea así, ya que de prolongar este milagro deberías contemplar la posibilidad de quitar un poco de grasa de por fuera de tu soma y de por dentro de tus venas.
Tus anhelos de convertirte en un buen amante, aún amando mal, han quedado para otro momento, pero esto no debería preocuparte en demasía, ya que las únicas damnificadas de esta práctica egoísta son a su vez los orfebres de tu soledad.
En el peor de los casos, en el fin de los tiempos, por lo tanto o por lo pronto pero definitivamente apaciguado, se habrá hecho justicia.

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