miércoles, 22 de abril de 2015

La poesía

Es lo más intenso que podrás encontrar en el universo de las letras. Esta intensidad es debida a su extensión justa, de modo que podrás sumergirte en ella sin que el mundo se interponga, para catapultarte y aterrizar, todo en un mismo acto. Solo un tamaño así posibilita semejante carga semántica, el peso de sus palabras o condensar tamañas emociones. Adherir a la teoría que la poesía se deba escribir de un “tirón” es tan erróneo como darle al perro la libertad de visitar la jaula del león. Pensar que una novela pueda cargar semejante voltaje y salir vivo de ella, es como intentar darse un banquete con una lasagna de anchoas. Podrás ser crítico de ella una vez alcanzado el remate, lo que no podrás ser es indiferente. Habrá la poesía logrado su cometido solo cuando el lector haya sido intervenido por sus palabras. Antonomásicamente no hay género más desgarrador que éste. La vida de quien navegue sus meandros deberá mínimamente cambiar una vez culminada su lectura. Quien no logre transmitir en breves líneas una fuerte dosis emotiva, no estará en condiciones de escribir poesía, quien no logre asimilar los sentimientos en ella plasmados, debería intentar con otra cosa.

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