Durante los primeros días de agosto de 1945 se sentó el precedente de la mayor aberración estrictamente planificada por el género humano en manos del mayor estado sicario de la historia venida y venidera.
Little Boy en Hiroshima con Uranio en su abdomen y Fat Man, un tanto más gordita, tres días después en Nagasaki, ésta vez a fuerza de Plutonio, detonaron como estaba previsto a seiscientos metros de altura, para alcanzar de este modo la mayor destrucción posible.
Ciento cincuenta mil personas se volatilizaron de la superficie terrestre en una bola de fuego que alcanzó el millón de grados Celsius en tan solo dos segundos, uno por cada bomba, con el solo objetivo de demostrar supremacía.
Estados Unidos labraba de un modo jamás visto, y repito, tan solo a modo de ejemplo, la página más negra de su ya lúgubre historia.
Cuarenta años después, durante el "aniversario" de tan nefasto acontecimiento,Paul Bregman, navegante del bombardero B-29, el famoso "Enola Gay" que arrojó la bomba sobre Nagasaki, no pudo con semejante carga. Resolvió ahorcarse en su propia casa.
Al igual que "Fat Man" y "Little Boy", nunca llegó al suelo.
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