martes, 6 de junio de 2017

Secretos



Están estrictamente guardados y no hay cosa en este mundo, y más allá, que no los tenga. Un cumulonimbus, una piedra en el fondo de un río, las construcciones de la antigüedad, una herramienta. Así pues un martillo guarda celosamente el origen de su mango, a que árbol perteneció, quien lo plantó, mediante que sistema fue irrigado, quién se detuvo bajo su sombra, cuál fue su leñador, qué carpintero dio su forma.
La naturaleza no es más que una dotación infinita de información que no está disponible para cualquiera.
Estos enigmas traen consigo la necesidad imperiosa de ser sacados a la luz, pero mueren al ser revelados, se desvanecen, pierden su atractivo, muchas veces hasta pierden su nombre.
¿Habré sido capaz alguna vez de beber dos veces la misma gota de agua en este ciclo hidrológico que posibilita la vida?
No quiero saberlo.
El secreto consiste en saber guardarlos.

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