sábado, 22 de diciembre de 2012

Milonga

El último bastión de la monogamia argentina húbose marchado, discutiendo y con ganas de seguirla.
Como el fuego en las praderas, las peleas reverdean el amor, si no se es un incendiario compulsivo, por supuesto.
Las bananas negrean de maduras sobre el rigor mortis del mimbre, pero las manzanas corren otra suerte, al menos bajo una ligera inspección ocular incapaz de degustar su arena.
Las botellas croan desde su panza vacía. La presión interna ya no las vuelve deseables y palidecen desgarbadas bajo un filamento de tungsteno. La alegría que representaban se ha infiltrado en resecos gaznates condenados a la irrigación eterna.
Con algo más que un decímetro cúbico de soda, medio limón esperando la estruja y don Alfredo interpretando una milonga que evoca a la soledad, me decido a ir a dormir.
Es poco probable mejorar la situación.
Es casi de día sin embargo.
Ya es muy demasiado tal vez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario