Suelo verme confortable en el encierro y la falta de luz.
Es allí donde me pudro tan a gusto.
Descorcho la vida a horas insólitas, sin guardar para
ocasiones.
Nada le dejo a mis arrepentimientos, ellos gozan de buena
salud.
Soy el inflamado sentido del rechazo en una ciudad de gentes
que nacieron para sí.
Y soy lo que debí ser, una revolución descapotable, algunas
decenas de sueños vencidos, un puñado de
personas que amo demasiado y el deshielo de la muerte con un hilo de caudal.
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