sábado, 30 de enero de 2016

Odio

Cargo con la antivirtud de un profundo pesimismo. Descreo de todo lo establecido. Elaboro mi hoja de ruta tomando el camino alternativo al recomendado. Es el único secreto de como me va tan mal. Vivo enormes cantidades de tiempo encerrado en el odio, el que me acompaña desde antaño. Debo aclarar que no es un odio hacia algún individuo en particular, sino personificado en categorías de poder. Es un odio a lo intangible. Un odio parco, ermitaño, perdedor. Un odio oscuro, autodestructivo, repelente. Un odio a todo y me incluye. Odio al saco sin fondo, al superego, a los fraudes de la humanidad, al sexo con estudio de mercado, al perverso cinismo, a los fenómenos de superficie, al espanto y sus patéticas fusiones por conveniencia.
A la cultura de plástico, al “úselo y tírelo”, a los principios descartables.
A este sistema  que nos mata y nos lleva flores al funeral.

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