miércoles, 9 de mayo de 2012

El chucho de frío amarillo

Según diferentes metabolismos el cuerpo humano desenvuelve su actividad entre los 35,5 y 36,5 grados centígrados. Lo que supere o este por debajo de esta temperatura deberá diagnosticarse como “hiper” o “hipotermia” respectivamente.
El homínido actual puede sobresalir en diferentes cualidades sobre el resto de los seres que habitan nuestra biósfera, es más, cada persona puede también diferenciarse de un modo drástico con sus colegas taxonómicos, pero nunca cometiendo desfasajes del susodicho y precario rango térmico, pues nuestro diseño biológico se corresponde con estas 36 centigradaciones, debiéndonos sentir orgullosos y por sobre todo saludables cuando así elevemos la columna mercurial.
Continuando con el mismo primate es menester estimar el volumen medio de orina para una jornada usual, y este ronda entre 300 y 500 mililitros, dependiendo como es de suponer de la cantidad y naturaleza diurética de los líquidos ingeridos y la composición ácuica de los sólidos fagocitados. Una orina prolongada además de resultar absolutamente placentera significa una pérdida de 500 gramos de cuantioso valor térmico. El resultado para una persona de 70 kilogramos con una liberación de medio decímetro cúbico de desecho renal produce un descenso en la temperatura somática de aproximadamente 0,26 unidades Celsius.
El escalofrío concomitante al prolongado orgasmo urinario encuentra en estas palabras su fisiológica explicación.

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