martes, 17 de octubre de 2017

Etcéteras

Es complicado poder identificarlos porque no respetan un patrón definido. Por empezar son tipos irregulares. Son sinónimos pero viven comportándose como antónimos. Se juegan la vida en voz alta pero son de arrepentimiento fácil. En las sobremesas erigen catedrales de moral sobre puntos suspensivos y luego dejan con sigilo la basura en la vereda del vecino. En cuestiones de humanidad, por decirlo de algún modo, no tienen buen paladar. Dicen ser ecuánimes, pero no son más que unos deliciosos artículos neutros. Indefinidos como un gerundio. Incapaces de grandeza, al momento de darlo todo enmudecen como una hache. Hacen con la coherencia lo que el acento a los diptongos. Superlativos hacia adentro. Son esto, son aquello, son lo propio y son lo ajeno, son lo mismo y lo distinto. Son todo lo que puedan ser dependiendo de la hora, el día y las condiciones meteorológicas imperantes. Son despectivos, condicionales. Gente diminutiva.
Es, como dije antes, un tanto complicado para explicarlos.
Son los etcéteras.

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