jueves, 26 de abril de 2012

Panic attack

Demasiado tiempo despierto, tanta cerveza y tantísimos cigarrillos, además de una media docena de ingredientes que ya son propiedad hipocrática del psicólogo, te llevan a una unívoca confluencia.
Hay un momento de sosiego previo que parece indispensable, en el que se prepara el terreno, y, cuando todo parece estar bien, con la guardia baja y la culpa alta de pronto sucede. De repente y sin aviso faltan dientes para masticar, falta lengua para tragar, faltan dedos para sujetar, y todo se transforma en un desvanecimiento general. También falta que el músculo involuntario que posibilita la respiración haga su inconciente trabajo. Las piernas sugieren que no van a seguir estando debajo tuyo y la sangre definitivamente no está dándole color a tus mejillas.
Faltan palabras para explicar semejante desorden, pero la escasez de verborrea prefiere resumirlo todo con una frase que representa mas fatalidad de lo que deja oír, “esto no está bien…”. Sentís que si te quedas quieto te vas a morir, entonces salís expulsado de tu silla y de tu habitáculo, para que en el caso de lograr morirte sea lejos de la luz, como el toro después de la estocada. Es entonces que sentís que te quedaron deudas por pagar, besos por dar, consejos que escuchar y un amor digno de amar. Todo sin la maravillosa presencia del elemento oxidante. Es de seguro el fin, y ya en el hospital lo presentís como nunca antes lo hiciste, y mientras le mentís al enfermero, que lo único que quiere escuchar en su vida de guardapolvo percudido es que te drogaste desde que naciste, miras con cariño al tubo de oxígeno y al amor de tu vida que te sonríe asustada y hermosa. Al mismo tiempo le insinúas ópticamente todo lo que tenés para darle en caso de salir de esta. Te tiran a una camilla, te pinchan, te ponderan, te miden, te cuantifican, te cagan a pedo y te dicen que te tranquilices. No te dicen, eso si, que desconocen por completo que carajo te pasa.
Luego de unos días complicados y unas noches verdaderamente imposibles llegará de manos del psiquiatra el diagnóstico y del Escitalopram la solución.
Has sufrido un Episodio de Pánico.

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